Algunos pueden llamarlo kitsch, pero es un lugar atractivo e interesante para visitar, lleno de tiendas de venta de las artesanías de las diversas regiones. Hay restaurantes y cafés para disfrutar de un descanso y también una galería de arte, la Fundació Fran Daurel. Sobre la entrada hay una cafetería con terraza con vistas increíbles (pero por desgracia, mal servicio y precios muy altos!) Sin embargo, las opiniones se lo merecen!
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